SOBRE LA PECULIAR ÁNIMA DE MARILÓ

Mi querida Mariló, ¡qué cosas se te ocurren, nena! ¡Imaginar que los órganos del innombrable asesino del Salobral estén contaminados de su propia intrínseca maldad  anímica...! Creo que jamás -excepto en la brujería satánica medieval y el resto de las otras brujerías antropológicas de los pueblos primitivos- se haya podido justificar un criterio semejante  tan privado de racionalidad  y tan huérfano de un mínimo rastro de empirismo científico. Creo, mi niña, que deberías haber silenciado con toda discreción tu inquisitorial sentido del patetismo,  evitando así tener que verte mezclada en semejante berenjenal seudocientífico.

¿Ya me dirás, para empezar, en  qué  punto evolutivo de la ciencia demuestra ésta la existencia ni  presencia de algo que alguien ha dado en llamar alma?

Pero, y aún peor, más allá de este disparatado planteamiento te atreves a afirmar que las propiedades tanto positivas como negativas en términos éticos del mencionado y misterioso ánima se heredan como un terreno  o como un gen configurativo tal y como en su tiempo aseguró la frenología en afirmaciones tan irracionales y disparatadas como la de la herencia criminal. 


Así pues, desde tu sorprendente perspectiva cultural, toda la infortunada familia de este desgraciado cretino criminal se halla, por consiguiente, contaminada de esta supuesta e inaceptable "enfermedad genética". Lo que no significa otra cosa que la mismísima abominación de hacer culpables a los padres de los crímenes de sus hijos, cosa que es lo que usted llega si no a decir, sí a connnotar palmariamente apoyándose con toda la tranquilidad científica que le proporciona un Doctorado en estos  sus estudios de las locuaces  Ciencias de la Desinformación.

Es obvio, mi  querida niña, que desde antes de Caín todos nos hallamos intoxicados de esta jodida y maldita  patología del crimen, pero no, desde luego, a causa de sus transgresoras e inaceptables ideas prefilosóficas nazis (las de los Spangler y Cía); y no hay mas que otear el horizonte en el que se desenvuelve nuestro panorama civilizador actual para caer en la cuenta de ello.


Para concluir, sólo inquirirte, amiga mía ¿si es que nos pretendes convencer con tales demoledoras manifestaciones que  tratas de homologarte al centro nuclear del celebérrimo, aterrador y falsario pecado original de la impostura bíblica?

¡Joder, chica, léete algo más que cuesta poco! -como dirían los "parroquianos"  de "la Parroquia".

Cadenas, Juan Antonio