Artículo de Opinión publicado en la revista LUXX en 2004, que reproducimos por su patente actualidad ya que desde entonces nada ha cambiado, todo sigue igual.
(Actualidad-opinión)
“CON FALDAS Y A LO LOCO”
(Su Santidad no quiere mujeres en su Ejército)
Por Juan Antonio Cadenas
Aunque
pueda parecer un título de comedia rancia o desmadrado artículo
de humor, nada de eso: se trata de una noticia calentita, de éstas que
florecen con la llegada de la sagrada y sensual prima del verano. La
Iglesia, como siempre, dando la nota, la mala nota naturalmente.
Por
lo visto, este deprimente y redomado conservador Papa Juan, a dos rosarios del más
allá, vuelve a sus andadas más reaccionarias, impidiendo la integración de
las mujeres en su Ejército. Y, como siempre, a causa del tópico recurrente del “quítame
allá esas pajas” -y nunca mejor dicho. “Evita la tentación y evitarás el
pecado”, nos han recomendado de toda la vida con insistencia los curas.
Lo
cierto es que si tanto teme la Iglesia a la seductora provocación de la fascinante biología
femenina deberían suspender de un plumazo a su propia sección femenina.
Ese batallón (que me perdone su Santidad por el frívolo uso de sinónimo tan
puramente militar) de Madres, hermanas, sorellas y monjas en general,
que, por otro lado, tanto dieron que hablar a lo ancho de extensas y pasadas
épocas a consecuencia de su singular
comportamiento galante y lujurioso, cómo
puede proseguir practicando su peculiar actividad conventual.
Nada
más lejos de mi intención que pretender a través de la censura latente en este
comentario la radical descalificación ni mucho menos la ofensiva condena de una
excelente, abnegada y eficaz labor social que estas sacrificadas
ciudadanas de vocación religiosa llevan a cabo en buena parte del mundo.
Malpagadas,
mal agradecidas, infravaloradas y ninguneadas (mi más emocionado ¡salud!,
madre Teresa de Calcuta); decía, que tantas veces maltratadas por la
propia institución -no puede ser de otro
modo el nefasto trato disciplinar rayano en lo vejatorio que
la ley hoy ya condena. Oprobioso trato, insisto, que la injusta y despótica
madrastra aplica paradójicamente en mayor medida contra sus hijos
desobedientes e insumisos enfrentados a
la hipocresía y la falsedad
que a los verdaderos injustos,
transgresores y decididamente criminales.
Lo
que, sin embargo, se me antoja francamente difícil de entender, es que a la
vista del marchamo de evidente condición falsaria e insidiosa con que la
Iglesia oficial desprovista de escrúpulos y sensibilidad tan a menudo se
conduce, pueda haber suficientes mujeres con la vana y rara pretensión de
reintegrarse en un ejército de semejantes características genéticas.
En
este sentido, pues, lo que verdaderamente debería proscribir y arrinconar en
los sótanos inquisitoriales y clandestinos de San Pedro el patibulario
instituto religioso sería precisamente la espuria presencia misma de este
contradictorio e incongruente ejército, así como su mantenimiento, de
convicción ética incompatible con cualquier clase de devoción o piedad
religiosa, incluso siendo considerado desde una perspectiva de simple entidad
de exclusivo marchamo simbólico.
La
cuestión, en todo caso, se limita a la inquisición de cómo ha de ser capaz de
conseguir superar su reincidente y enfermiza misoginia una corporación que
anatemiza y repudia la práctica del sexo contrario y, desde luego, la del
propio….¿cómo, señor, cómo?.
Si
yo fuera mi mujer…usaría medias y sotana.
Lamentablemente,
sin embargo, la recalcitrante e irreconciliable misoginia de la colectividad de
clérigos católicos es de calibre tal que hasta de las tridentinas y pecaminosas
maxifaldas que son las sotanas, han venido a renegar.
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