Friday, June 24, 2011


“MI GUEL” 

Un relato verdadero de
 Juan A. Cadenas (Xuvia/Neda, 1969)
        

¿Lo véis…? Él es el monaguillo suicida. Se atravesó en la vía del tren en las cercanías de la entrañable estación de Neda y lo cercenó el destartalado Correo de Ferrol, donde por entonces aún “”se prohibía blasfemar y escupir bajo multa de cinco pesetas””. Con un jodido vagón de tercera, para más exactitud; que un paria, hijo de “lavadora de lavadero” comunal de río, no podía pretender siquiera un segunda clase o la butaca del ferrobús. Ni lo merecía, claro: ¡por pobre, por  niño y por suicida!
¡Y cómo paradójicamente le entusiasmaban, sin embargo, a él aquellos delirantes y ultramodernos automotores de fuel “Pegaso-Büssing”, que habían comenzado a atravesar la profunda Galicia coruñesa de mediados de los cincuenta.

.- ¡Ay, Miguel, no sabes de mi terrible nostalgia de ti, de mi urgente deseo de  tenerte de nuevo para volver a jugar con aquellas chapas de gaseosa “”Los 7 Hermanos””, que tal que comodines las utilizábamos para cualquier pasatiempo o utilidad, como tantas veces lo habíamos hecho en campeonatos de ciclismo o partidos de fútbol, o reconvertidas en botones de mando  del centro de control de nuestra imaginaria estación de ferrocarril para efectuar los cambios de vía y el resto de otras tantas extrañas funciones que les asignábamos para que fueran de verdad las estaciones de Perlío y Barallobre… Que como recordarás -aunque no se si  continúas aún poseyendo habilitada esa facultad de rememorar- instalábamos en el porche del vestíbulo de la parroquia de Santa María de Neda.

.- En fin…lo cierto es que nunca pretendiste ser jefe de estación o factor y ni siquiera guardagujas, que era lo que verdaderamente molaba ¿eh, Miguel? Tú ya sabes a lo que me refiero, a lo del “mando más”, a lo de tener la facultad decisoria, a lo de la perpetuación del poder en los juegos “feudocapitalistas” de los niños que éramos  entonces, y ahora.

Tú siempre quisiste ser vagón, pero no un vagón digno o decoroso, a ti lo que verdaderamente te molaban eran los destartalados coches de 3ª del indolente Rápido, con  todas sus demoras y detenciones, con su oscura línea de maquillaje “a la carbonilla”, sus apeaderos letrina en mitad de la nada nacional sindicalista, con sus periódicos grasientos de chorizos, tortillas y cocletas y sus botijos colgando de los raídos cintos de badana por las ventanillas, y la ternura de su gente analfabeta que embruteció la vileza de la madre patria como la nuestra. Mis inolvidables ignorantes de obsequioso y delicado trato, algo bocazas como los millones de menesterosos lumpen que constituían el parque nacional, gente solidaria que todo entre todos lo repartían o intercambiaban en aquellos tremendos e inolvidables viajes  al fin del mundo… ¡Y tú tan callado, Miguel…!

¡Pobre hijo, que te  fuiste a poner bajo tu propio juego, bajo tus propias ruedas crecidas a la sombra de las tetas de Franco y de sus prolíficos contubernios fascistas, bajo unos pies sospechosamente nuestros en la promiscuidad, azules y tan peligrosos como nosotros mismos. ¡Tú, Miguel, mi Guel…cómo añoro tu delicado afecto, tu infantil dulzura, tu generosidad para con todos los demás niños!

.- ¿Cómo debería decirlo, joder, para evitar que  todavía hoy se me sigan ahogando los ojos?

Te hubiera preferido arrojado al tren eléctrico o a los trenes difíciles que fuimos tus amigos/enemigos de entonces, haciendo de vías…de traviesas… de estaciones… Y desde luego, te elijo meneando cascabeles y contándole mentiras al cura de Santa María cuando nos confesábamos de todos aquellos pecados que jamás habíamos cometido porque entre otras cosas la mayoría  nos eran aún  absolutamente desconocidos.
Aquel ingenuo de don Xexús que todo se lo creía, aunque primordialmente, lo relacionado con aquella especie de venérea cerebral que íbamos ya arrastrando los liliputienses del estepario Circo de las Jonss, los adultos pijos que somos hoy, robando y masacrando a otros enanos como tú, suicidando a tantos otros hijos bajo el tren… Por eso te prefiero mientras me sigues acusando de haber aceptado tu crimen, de asimilar tu muerte y de tragar con todo lo demás… Por eso, jamás te olvidaré.

.- ¿Lo véis…? Él es el monaguillo suicida. Con quien yo me bebía la sangre de cristo de aquellas vinageras, ambos ocultos bajo el hueco del  púlpito y dando  cuenta de una tapita de hostia con la que ayudar a la ingesta de aquel soberbio y añejo caldo de misa, con el que habíamos comenzado a ensayar nuestras primeras borracheras infantiles. Y todo lo demás es falso, incluso tú y yo, Miguel.

Al día siguiente te acarrearon a trozos al depósito del cementerio. Aunque unas cuantas horas después, Miguel, tú te erguiste sobre la mesa de necropsias para dirigirte a la iglesia, y subirte al campanario…¡joder, y tú mismo te tocaste a muerto…!  Y más aún, casi como el pobre de Juan Simón, a punto estuviste de acabar  convirtiéndote en  tu propio enterrador.

A la vuelta al anfiteatro, se postró de nuevo Miguel sobre el gélido mármol de la mesa de disecciones, a la espera de que el forense llegara para practicarle la última escena: la de la cura.
Así que los enanitos reprimidos del bosque del feroz lobo nacional para nada le entendieron, y tuvieron que inventarse un estúpido cuento como el de nuestro Guel para protegerse de las salpicaduras de la muerte. Un cuento unilateral y malo, nada comprometedor, con el que drogarse para poder disipar durante un rato los remiendos cerebrales que deja siempre todo lo relacionado con la luctuosa funereta (1).

Después, los niños dijeron su silencio más blanco ante la ocurrente  proposición que alguien hizo: saltar la tapia de aquel rancho de difuntos a fin de conseguir por una vez ser capaces de cagarse de horror entre los fuegos fatuos de la atardecida. En honor de mi añorado Miguel.
Lo cierto es que todo aquello le proporcionaba un cariz espectral a la aventura, al igual que la disparatada oportunidad que se nos brindaba al poder paliquear con tu inocente cabeza degollada… ¿Y esconderte una pierna, no veas…?
.-  Y lo que es más alucinante, si cabe: sisarte un par de dedos para utilizarlos de carnaza en los anzuelos de las truchas.
¡Claro, claro…y todas esas otras mil irrespetuosas chorradas que se podía uno imaginar con tus miembros solitarios, rígidos e inútiles! Todo aquello que pudiera proporcionarle  mayor fascinación al asalto do pazo dos mortos.

La cerradura del depósito cedió con facilidad y permitió la compacta invasión en la profunda oscuridad del fúnebre recinto.  Sólo una incipiente y sórdida pestilencia  les recibió…
¡Y allí estaba Miguel, a la espera de sernos presentado por su propia hediondez!
Como un adorno en la repisa de la vitrina de aquel zoo de cristal, de aquel correo criminal, aún chamuscado de hollín, desnudo, alojado en la blanca palidez de su puber y rebanada anatomía, pero perfectamente ensamblado ahora y únicamente hendido el cuello y las espinillas por longitudinales brochazos negruzcos y purulentos.
¡Oh, Dios, con sus ojillos esmerilados aún abiertos y sus contados tres mil escasos días de presencia ausente sin decir ni pío en esta puta tierra de NOD!

¿Qué materia inmortal llevaría por dentro este inopinado hijo mío con agallas suficientes   para   permanecer   allí   encima de aquel mármol   tan   sereno… con aquel coraje,  congelado   por la necroscópico gelidez de la ultratumba  mientras podía proseguir oyendo sus propias campanadas fúnebres todavía y oliendo su nauseabunda fetidez? ¡Este hermano gemelo de mis entrañas nada folclóricas, que no consigo explicarme ni sospechar qué le he puesto, le he roto o desarticulé…!

Un lívido silencio.

.- ¿Qué sustancia he logrado putre-pactar conmigo de tal modo que ya no  alcanzo a reconocerme en él, a quien tal vez yo mismo arrastré bajo las ruedas, al que he descuartizado sin el más ligero estremecimiento…? ¿Dime, tío, qué…?

Si viéndole así, en rompecabezas nuevamente aparejado, no se me convulsiona la misma fibra que a él para echar a correr en busca de sus huellas de sangre en los raíles  y esperar al siguiente tren Correo a fin de tirarme a sus ruedas y así poder acostarme a su lado en la misma mesa de necropsias…es que he perdido el derecho a continuar vivo.

.- Debo traerte de nuevo junto a mí, o quedarme a tu lado para siempre en la terrible aventura ésa que has emprendido sin nadie a tu vera, en la más absoluta soledad. Dime, ¿qué? ¿qué puedo hacer por ti, y por mí, y por todos estos otros renacuajos que somos todos…?

Después, más confiados, nos atrevimos a coger su cabeza por los pelos, aunque delicadamente, como al Bautista del sobrecogedor cuadro de la parroquia, y nos explayamos contándole todos los chismes y novedades que ese mismo día habían acontecido en el pueblo, empezando por la noticia más importante, la noticia estrella: ¡la noticia de tu propio suicidio!
Murmuraciones a las que, sin embargo, no respondió nuestro Guel.

.- ¡Despierta, hombre, despierta…somos nosotros! –le achuchamos, aunque él continuó profundamente enterrado en sí mismo. En su propia mortaja…

.- ¡Oye, tú, que está muerto!

.- ¿Cómo coño va a estar muerto, no ves que está ahí tendido? Si estuviera muerto, ya no estaría entre nosotros... ¡Vuelve a achucharle, verás como despierta!

¡Que va…que va…que tú no despertabas, que seguías irremisiblemente impertérrito, tieso en tu plancha de mármol…! ¿Pero qué estaba sucediendo que parecía habernos cogido el pasmo de la pájara aquella de Bahamontes…! ¡Joder!  ¡Que nos estabas asustando, llenándonos de confusión…!

Al fin, decidieron  practicar un idéntico  mutismo al suyo, pero sólo del que fueron  capaces. Que fue muy poco. Y tras asestarle varios pinchazos para ver si despertaba, le hundieron la aguja del formol hasta la mismísima cruceta en el ojo derecho… Miguel ni siquiera respiró.

.- Ninguno sabíamos cómo podías hacerlo, aguantarte así… sin emitir ni un suspiro…

.- Pero entonces ¿por qué no espabila?

.- Quiere asustarnos el muy cabrón  ¿o es que no lo ves?

Seguro. Su revancha postrera. Parecía estar desquitándose de las canicas que le habíamos afanado, del balón que no pudo tener nunca, de su tamaño diminuto…de nuestras jodidas risas. Seguro. Quería fastidiarnos para vengarse de no saber nada de nada, de  tener que robar para dar de comer a su madre, de carecer de padre, de ser el niño pobre más rubio, alegre y hermoso que yo había conocido ni conocería nunca… ¡Miguel fue como un despilfarro, un delito de un Dios sacrílego, un crmen que jamás podré perdonar ni estoy dispuesto a comprender ni a aceptar.

.-  ¡Sólo es un envidioso…!  ¡Sí, sí…un miserable…!
.- ¡Joder, tío, perdóname…que es que  no se lo que decíamos…! Es que nos jodía que no nos hicieras maldito caso con lo que te queríamos.  

Y otra vez los ojos, que comenzaron a ahogárseme en la propia cloaca de sus cuencas.

Después, sólo recuerdo que a las cuarenta y ocho horas de su muerte se llevaron el producto material de aquellos pocos de días a la fosa común del cementerio civil del atrio de Santa María: veinte escasos metros cuadrados de hojarascas, toxos y ortigas… donde jamás entra nadie porque es ¡pecado mortal!.


(A mi querido Miguel, aquel delicado  niño que a los ocho años, como un adulto, se tiró bajo las ruedas del  tren)

Juan A. Cadenas (Neda, 1979. Con correcciones actuales. Madrid 2008)


Thursday, June 23, 2011


El autor de este "MURO CALCOMANÍACO"
Juan Antonio Cadenas   "Calvario II"

Wednesday, June 22, 2011

EN MEMORIA DEL CIUDADANO  PARRA, FALLECIDO  SIN QUERER EN UN ACCIDENTE DE ORTEGA CANO

Mira que me da pena que un ciudadano como Parra, al que no conozco de nada, haya muerto de mala manera porque una celebridad se lo haya cargado, incluso no deliberadamente, en una jodida carretera –que parece perfecta-, pero que es mejor que no lo fuera,  para  así poder responsabilizarla  del fatal evento, como con tanta pasión  defiende ese señor de onda cero (mejor onda menos 3 o menos 5, para rebajarla hasta su merecido nivel) quien por no cerrar la boca cree que puede testificar lo que le sale de su profunda garganta profunda porque aún arrastra la caguETA que  le metió en el cuerpo, como a  todo cristo entonces; que si no eran los unos, lo fueron los otros. ¡Joder,  qué tiempos de terror  aquéllos!  Pero a quien coño le importa ya el célebre huevo único de derechas que se cargó a medio país durante aquella interminable guerra de los cien anos, de la que él es también responsable junto a los demás ciegos sin once o con doce que nos cargamos este país de cagoncetes, entre los que me incluyo, a falta de mosquetones y escopetas que nos pudieran defender.

Me da pena, una pena inmensa , lo que tiene que estar pasando el pobre de Ortega después de la ostia que le metió al más pobre aún de Parra (QEPD), que ni era torero, ni tenía un tanque móvil,  ni iba con copas ni sincopas y al que nadie le dice una mierda de nada ni al que nadie, excepto  su sobrino, ha sido capaz de recordar,  siendo como es la víctima inocente y no el  homicida, aunque sea inocente también. 

 ¡Qué pena me da toda esta puta mierda de españolitos educados en la puta tele del corazón de todos estos sicópatas que ya no distinguen entre culpabilidad e inocencia!

¿Cómo es posible que se diga que la medicina no ha  podido discernir el grado de presunto alcoholismo que nuestro torero llevara en el cuerpo?  Si con una sola gota de sangre un forense recién salido de la escuela de párvulos tiene suficiente para hacer una identificación genética sin el más mínimo error y con un grado de acierto equivalente al 99¨999…%  El alcohol en sangre  se descubre con un simple análisis químico, y hasta con la nariz -que huele que emborracha  durante un  largo período de varias horas. ¿Quién ha dicho que no se le ha analizado el contenido  en sangre debido a la imposibilidad de llevarlo a cabo a causa de su  situación? Esta afirmación impresentable, ilegal y prevaricadora  en tales términos, si así fuera, es más que denunciable criminalmente. Lo mismo que la testificación presuntamente delictiva  de la camarera del chopito de champán; aquélla de los Brincos del “…con un "chopito" de champán… brindando por el… nuevo  amor…”

¡Joder, tíos, esto parece la polla! ¿O realmente lo es?                                                                                                                                    
Esto es peor que lo de las últimas erecciones municipales. Porque este pueblo de analfabetos sigue votando al paro y a los ladrones de Sésamo, tal que en Balencia (va con “b” para no implicar a la gente honrada  y extraordinaria de esa preciosa y querida  ciudad levantina -la que no lleva el cinturón en las tetas ni  arruinó a tantos muertos en los Angeles de San Rafael  ni se cargó al  “Aleti” ni  ambicionó  la S.S. de  Ubrique como un buitre. Que como decía una chirigota de los carnavales aludía al buitre que “vino a Cai ar monumento parece que lo trajo una racha viento”  Este es el país de Ali Babá y los 40 millones de ladrones. El país donde inventariar  gentuza y delincuentes  nos llevaría el registro una eternidad  vaticana. ¡Hasta el botín del Santander, joder!

¡Perdón, tertulianos chupatintas  el paro lo crean los empresarios y los bancos, apoyados -apollados, mejor- por la puta agencia ésa que concede los bonos basura, mientras todo cristo calla, y nadie interpone demandas! Ni ofertas. ¡Como coño  va a crear Zapatiesta a los parados, a quien además le viene fatal, como es patente!  Es como los pepinos, de los que también  este castellano leonés sociata es responsable según raja el rajoy!  Todo esto es como que en Europa norte todavía sigue campeando  a  deguello  el duque de Alba.  Patente y visible, lo mismo que la acreditada opinión científica de esas tertulias exotéricas, eróticas, ludópatas y chamánico-meigosas  de las Tele 1, Tele 2, Tele 3, Tela 4, Tele 5, Tele 6 y Tele Vidente… y así sucesivamente hasta Telele Pávez (un beso,
guapa), y acompañados por lo demás de  toda esa pandemia de ignorantes  y pollinos  cuya razón última  y pútrida nutre al pueblo que los escucha con deleite de famoseo y aderezo  de  lágrimas de todo hipo de puta. Finalmente así es la enseñanza  y el aprendizaje con el que se alimentará todo  orniborrinco a lo largo de su existencia, en tanto sus decisiones nos joderán a todos –tanto a listos como a tontos-  como ya es perceptible en el maltrato y la mofa con que nos tratan los europedos con sus pepinos, himnos de toda calaña, banderas... en tanto aquí todos sin  decir ni mú, sin elevar la menor protesta ni tomar represalias homólogas. ¡Mira que  bajarnos el grado de consideración financiera al límite, mientras hasta  los llanitos nos porculean en andalú  -¡que hasta la lengua nos han arrebatado, tú!-  en ese Gibraltar español invadido  por  todos los jodidos  depredadores inglaterrones, y que  hasta la pesca  nos pescan en Canadá, Marruecos, Gran Sol...

Tengo la convicción de que somos el pueblo más tonto del globo, el más cagado y el que como el mal padre patrón,  es implacable dentro  de  casa y un apocado y cobarde cuando sale a  la calle.
Esto es igualito que  lo que sucede con  los INDIGNADOS. ¿Cómo no se les caen los cojones  de vergüenza a esta desgracia de falsarias autoridades y políticos que se  votan a sí mismos en nuestro nombre; atreviéndose a  mentir con la saña y el cinismo que lo hacen, cuando acusan a los INDIGNADOS -que somos todos- de la violencia que hemos utilizado contra la policía y los diputados. Hipócritas facinerosos, no he visto ni una sola imagen de violencia en ninguna de  las Televisiones, incluido el racimo de las Liberticidas: curas, ciegos, limosneros ntereconómicos, mundos y submundos varios...  ¡Pero, joder, sí que he visto, por contra, la mala leche de los golpes y palizas que han repartido,  sin el menor pudor ni pundonor,   más a siniestra que a diestra,  los Mosos  en las ramblas del  Barsa!
¡Ya podéis cuidaros de los INDIGNADOS, porque acabaremos ganándoos la mano, la partida e, incluso, esta neo-revolución que tanta cagalera desata en los esfínteres de  contertulios nefandos, autoridades y congresistas. 

¿POR QUÉ  COÑO  LOS PARADOS, LOS PENSIONISTAS, LOS VAGOS, LOS MENDIGOS…NO PODEMOS COBRAR LO MISMO QUE LOS HOLGAZANES DE LOS  CURAS?  ¿COTIZAN ESTOS TÍOS  AL ESTADO?  

Vamos a ver ¿POR QUÉ COJONES NO LES PAGA DIOS?

Juan  A.  Cadenas    “de natural, ateo”    (2-6 -11)                                                                                                                                                                                             

P.D.-  Desde luego, siento el calvario que estará sufriendo el torero, y deseo que se reponga. Yanadie tampoco se acuerda de él. ¡Qué pena¡  Pero, desde luego, para el ciudadano  Parra y toda su familia mi recuerdo más entrañable, ya que ninguna otra cosa les puedo dar!