Wednesday, April 25, 2007

MEGALÓ-TEATRO MÓVIL
22 festival internacional "madrid en danza"
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"MIS PIES TE CONTARÁN"
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(auditorio de san lorenzo del escorial,
sábado 21-04-07)



Al inicio de la primera escena, antes de que la administración del auditorio nos prohibiera la toma de
nuevas fotografías.

La última instantánea antes de la prohibición.


Un excelente auditorio diseñado para gradas
en altura, cuyos responsables, lo mismo de
"modelnos" que la Iglesia en las bodas, sólo
autoriza a sus propios negocios fotográficos.

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MEGALÓ-TEATRO MÓVIL
dentro del
XXII FESTIVAL INTERNACIONAL “MADRID EN DANZA”

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“MIS PIES TE CONTARÁN”
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Extraordinaria y delicada muestra de danza contemporánea, -de título delicioso y suculento como el propio espectáculo al que sustenta- el que el grupo MEGALÓ-TEATRO MÓVIL, bajo la dirección de los no menos excelentes coreógrafo y bailarín, NICOLAS RAMBAUD, y la bailarina y actriz, CORAL TRONCOSO, ofreció en el Auditorio Municipal de San Lorenzo del Escorial, dentro del XXII FESTIVAL INTERNACIONAL “MADRID EN DANZA”, los días 21 y 22 de Abril-07.

En unas instalaciones realmente notables para la celebración de cualquier tipo de evento o género teatral, de inteligente disposición para la mejor adecuación del visionado (en graderío vertical) y un más que notable diseño para la ideal transmisión de las tonalidades y la voluminosidad sonora, así como pertrechadas de la dotación de unas precisas y adecuadas dimensiones y envergadura integral tanto del graderío como del escenario para el confortable desarrollo tanto de la plasticidad dramática como de su embrión generatriz el movimiento escénico…
Pero, en fin, que volviendo al objetivo inicial de mi interés; es decir, a la primordialidad de lo que me proponía examinar -"analizar" no dejaría de ser una jactancia imperdonable por mi parte- diré que dentro de las buenas condiciones técnicas de las instalaciones mencionadas, el grupo MEGALÓ, insisto, no sólo bien dirigido por ambos bailarines, sino notablemente disciplinado por la indudable calidad y profesionalidad del resto de los integrantes del conjunto, y la funcionales y bien estudiadas coreografía, dramaturgia y expresión escénica, de los citados directores, la puesta en escena, con un lleno “técnico” del aforo, se desarrolló dinámica, entretenida y en muchas ocasiones, realmente divertida y cómplice con el espectador. Atestiguar además, que en todo momento de los corridos sesenta minutos exentos de pausa de la representación, no se dio el menor desaliento ni altibajo alguno, tanto por parte del espectáculo como, y lo que es más importante a nivel de comercialidad, por parte de los espectadores, que en progresivo estado de suspense y expectación disfrutaron de una más que elaborada representación, en la que permanentemente el global de los bailarines se hallaba en escena sometido a un esfuerzo inagotable que, sin duda, tuvo sus frutos en la admirable conjunción rítmica no sólo de los movimientos corporales síncronos, sino de los contrastados y la orgánica armonía generada entre los simplemente yuxtapuestos.
Puesta en escena de acción trepidante en general, que como es obvio no impide la delicadeza y dulzura de las escenas en que priman los nodos suaves y finos o de configuración más sentimental, enternecedora, etc., y en la que tantas veces una soterrada voluptuosidad palpita promocionándonos y obligándonos a alumbrar tantas de esas emociones íntimas que por unas y otras razones de una verdadera sinrazón sepultamos en nuestros infartados, solitarios y sobrecogidos corazones mortales.
Por otra parte, la magia que rezuma el espectáculo es encomiable y nos sorprende, sobre todo, por el hecho de que tal condición de sublimación o encantamiento no pretendan renunciar de ningún modo a la auténtica cotidianeidad de las acciones que se nos presentan; cotidianeidad ésta, sin duda, de cuyo singular tratamiento estético-coreográfico se viene a generar precisamente esa emocionante carga magico-fantástica; paradójicamente, de carácter, insisto, intimista o coloquial, que RAMBAUD tan magistralmente elabora en su alquímico y oscuro obrador de la danza –se me excuse, en fin, de esta empalagosa floritura de la adulación, a la que he sido incapaz de resistirme.
Por lo que concierne a los contenidos concretos, digamos de carácter fabular o argumental, a los que el mencionado coreógrafo insiste frecuentemente en dotar para hacerse con un anticipado nivel de inteligibilidad retórica que -aunque no siendo éste, sin embargo, ni mucho menos canónicamente imprescindible en términos estéticos para la construcción genérica de la danza- procurará, sin embargo, un valioso auxilio o apoyatura a la particular e inmediata comprensión y dirección del sentido semántico de la obra, colaborando por consiguiente en un más cómodo seguimiento de la continuidad del espectáculo, aparte de enriquecerla con un nuevo supracontenido de carácter estético-semántico.
Humor, sexo, paradoja y contradicción, dinamismo, compromiso, protesta, beligerancia, distorsión formal… son algunos de los ingredientes en los que se sustentan los mensajes y la formulación de este espectáculo, que sabe transmitir el grupo MEGALÓ, con toda la fuerza y la singular pasión del sentido de la danza que RAMBAUD insufla, además tal y cómo antes mencioné, de su literal energía escénica, su excelente armonización rítmica y los encomiables solos de cada uno de los componentes, que sin ningún género de dudas se hallan en innumerables ocasiones a nivel superior al de muchos de los mejor considerados profesionales del gremio.
No siendo cuestión para este breve comentario la de extenderme mucho más, reincidiré en señalar la magnífica labor de los citados bailarines de este por variados motivos estupendo grupo. Es obvio que sin ellos, o sencillamente con otros “ellos”, semejantes “pies no habrían contado” al menos tantas de las excelencias que hemos visto y oído en el estupendo auditorio de EL Escorial el pasado sábado 21. Por cierto, evento del que sólo lamento, aunque profundamente, que la jodida Comunidad de Madrid (que frecuentemente se arroga prerrogativas de todo tipo que no posee) por boca de una de las acomodadoras del auditorio quebrantara mi derecho a tomar las fotografías que me hubieran placido, siempre naturalmente, con la única y exclusiva licencia de los propios autores y el representante de los derechos de autor del grupo en cuestión. Para desgracia de unos y otros y de todos en general, la “Esperanza” es lo último que desgraciadamente se pierde.
Para finalizar, un postrer comentario relativo al planteamiento escenográfico, a mi juicio (que es naturalmente sólo una opinión o reflexión estética puramente personal) se materializó demasiado discreto, sobrio, lo que, por otro lado, comprendo que favorece de hecho a que destaque y venga a ser más relevante el propio juego y acción escénica; aunque, como digo, desde mi punto de vista, confieso que he echado de menos un algo más excitante colorido y objetualización en la escenografía, que acorde con los contenidos de los diferentes números o escenas, “entonaran” y “enmarcaran”, en sentido metafórico, los mencionados espacios del espectáculo.

Juan A. Cadenas
Guionista-Periodista

POST DATA.- Por si os sirve de algo -ya que por mi parte no he hecho tampoco otra cosa sino pasarlas putas día a día y año a año en mi plena dedicación a las diversas artes, que a fin de cuentas no han hecho sino ponerme insistentemente los cuernos una tras otra… me gustaría alentaros con mis felicitaciones a todos sin excepción en honor a vuestra valentía, vocación, profesionalidad y generosidad artística –a pesar de los malditos cuernos… Hallándome por ahora a la espera de vuestros nuevos y emblemáticos proyectos a fin de que la danza deje de ser de una vez por todas irrepetible…en sus cicateras contadas sesiones, naturalmente.
¡Es francamente lamentable que la situación de la danza en este país (y en tantos otros más) haga tan difícil, por no decir imposible, reponer buenas funciones, como la presente, al justo y suficiente número de representaciones a que sus propioas méritos artísticos las hagan acreedoras El desaprovechamiento de estos magníficos, duros también, y tantas veces malagradecidos trabajos, tarde o temprano acabarán pasándonos su desmesurada factura, que para nuestra desdicha deberemos abonar las víctimas de siempre, cuando serían los mediocres vividores que administran la pésima política del arte quienes tendrían que purgarla y expiarla (la factura, naturalmente) a cuenta de sus millonarios, incompetentes y superfluos sueldos.

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(Sólo como dato técnico del sonido en la función del sábado: el volumen del “A mi manera…” era más que excesivo de una intensidad desastrosa; imagino que pudo deberse a una inopinada alteración técnica. Y, por el contrario, la melodía coral cantada entre “bambalinas” fue fatalmente inaudible, o a causa de la carencia de potenciales altavoces –al fin y al cabo, toda la planificación musical era enlatada excepto ésta canción- o a consecuencia del bajo volumen de los cantantes e, incluso, al hecho de su emisión musical entre “cajas”, que podría haber impedido la correcta transmisión sonora hacia las “gradas” de espectadores)