Wednesday, August 11, 2010


NUESTRA BIBLIOTECA

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"la lentitud del otoño"

un poemario de

JOSÉ IGNACIO CADENAS






"EL PRIMATE PERPLEJO"
de JUAN ANTONIO CADENAS
(1ª edición. 2oo3-04)


"EL PRIMATE PERPLEJO"
de JUAN ANTONIO CADENAS
(2ª edición. 2oo9)

Esta segunda edición, de 2009, de "EL PRIMATE PERPLEJO", de JUAN ANTONIO CADENAS, que editó AMARGORD ediciones, fue precedida de otra primera de 2003-2004, editada por la FACTORÍA DE LUNÁTICOS editorial, cuyo diseño se muestra sobre estas líneas, y que en adelante se servirá de nuestras futuras ediciones en papel o electrónicas.



ÚLTIMOS LIBROS DE LA CASA

"A los cuatro vientos"

Vicente Araguas, Liman Boicha, Nacho Cadenas,

Juan Antonio Cadenas



Reseña de ALVARO MUÑOZ ROBLEDANO


A veces me pregunto (y es cierto) si podemos hallar redención en un poema, también me pregunto si hay alguna circunstancia de la que debamos redimirnos; si un poema puede liberarnos, y de qué debemos liberarnos que precisamos de un poema para ello; si cualquier intensidad es poesía y qué grado de la escala decide cuando es intenso y cuando es laxo. Preguntas altisonantes, lo reconozco, que surgen cuando escribo como a otro les salen alcoholes baratos, revólveres ennegrecidos por el uso o puertos casi olvidados en el Índico. Puede que todos seamos unos falsarios. No lo sé. Pero con semejantes falsedades hemos trazado una red de resistencias fuera de la cual no sabemos, creo, vivir. Resistencias a qué (la lógica exige la interrogación). Quizás a nosotros mismos. Quien se sabe poeta está obligado a reconocerlo y actuar en consecuencia. Tanto el poeta que escribe como el poeta que lee o escucha.


Cinco poetas se reúnen en este libro. No conozco las circunstancias en que se han encontrado, pero creo que quien abra estas páginas sabrá averiguarlas sin mayor esfuerzo. Ninguno de ellos es nuevo en la pelea, aunque han sabido recorrer caminos secretos que no concluyen, ciertamente, ahora. A los cuatro vientos recuerda a una de esas bifurcaciones en las que uno se detiene para refrescarse, decidir la nueva vía y dejar que le caiga la noche encima.


VICENTE ARAGUAS, poeta en gallego que publica aquí sus primeros poemas en castellano, explora lugares de derrota, refiere el momento en que se hundieron los sueños posibles, cuando aquella estupefacción llamada 1956. Su paisaje es extraño, tan extraño como el que arrastramos permanentemente.


LIMAM BOICHA es saharaui, es decir, un hombre cuyo país es el silencio, la huída, la blasfemia. No escribe fáciles poemas de lucha (la única buena literatura de combate son los manuales de instrucciones pertinentes), sino fragmentos de lucidez, de inteligencia a la que reclama lo perdido, aunque tan sólo pueda hallarlo en palabras. Él mismo se cuestiona si el deseo vale algo ante la burocracia de papeles extraviados.


JOSÉ IGNACIO CADENAS dialoga con los diversos cuerpos que un cuerpo forma. Para él, el erotismo, la sensualidad, son modos de inteligibilidad. Lo que acecha es el mundo.


Antonio Polo vive en eso que llamamos cultura (a veces con cierto tono despectivo con el que se señalan los imbéciles) y que él llama, más sensatamente, Antonio Polo. Lectura y vivencia, música y voces halladas en la calle, son el mismo presentimiento. Se ha negado a trazar línea divisoria alguna entre historia y literatura, entre filología y piel. La topología que propone suda, sangra, y sabe reírse.


JUAN ANTONIO CADENAS tiene cuentas pendientes con el poeta que le ha tocado en suerte. Su intimidad es el lenguaje retorcido, la violencia de los versos violentos. Hay rabia en lo que escribe y todo en cuanto en la rabia cabe se asoma al abismo, del que ya dijo VERNE, debemos ir.


No conozco cómo estos poetas se conocieron, pero no me cuesta imaginarlas. A veces se llega a una bifurcación en la que hay que decidir un nuevo rumbo. No es mal lugar para detenerse, compartir una bebida y ofrecer el tabaco. Hay quien lo acepta casi sin gestos, y deja transcurrir el tiempo de la fumada con pocas palabras. Suficientes. Nada les distingue de cualquier otro, ni cicatrces, pero en ese silencio exacto se adivina al aventurero al que sabe que no hay lugar para la redención por los poemas que uno se dispone a escribir.


A.M.R.

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