Wednesday, April 10, 2013





POEMA SATURNAL DE DRÁCULA
Juan Antonio Cadenas


Reconozco el sueño que vivo,
en el que muero,
en el que  me imagino
pesadilla confinada en el ámbito de tu olvido.


Palpo la sustancia aural de mis fantasmas,
el núcleo neurálgico de la tristeza
y la torturadora huella
de un estigma que alguien encargó por mí
el ciego día abisal
en que me condenó el instinto a la apuesta terrible por la vida.


Infame, guiso mi propia menstruación
y la aderezo con unos dientes de ajo,
para defenderme del propio  terror
a mí mismo.
Paladeo mi suculencia genital
con las sabias papilas de mi inmemorial condición antropófaga
de atormentado vampiro y decadente gourmet crepuscular.


Sibarita hemófilo,
 adicto a las sublimaciones del tenebroso bálsamo de la demencia
degustador de los delirantes cócteles molotov destilados de mi sangre,
al fin puedo apercibirme cautivo de mi presentimiento.
Como inefable y emblemático amo y señor del sueño eterno,
como el legítimo detentador y soberano de la sangre
y de su  gula,
de la divinidad exclusiva del sexo…
¡Me aborrezco!
Aunque te prefiero líquida y de un trago,
desnuda,
obligado por la dura
 rutina del envejecimiento,
ebrio de la condición genética de tu carne roja  y "a la piedra",
apaciguo mi atormentado cerebro
cuando tras degollarte en mi lecho
 voy saboreando inerte
y una a una
todas  tus angustiosas pesadillas de muerte.


¡No olvidaré la luminosa y arrogante tentación de mi turbio beso vampiro
posándose sobre la voluptuosidad de tu tierno cuello nacarino,
ni aún si me hallara forzado a  revivir tu tenebrosa imagen de momia
o aunque tuviera que volver a reintegrarme
en la horda salvaje de los exterminadores de “sapiens”.
Porque hoy es el último día del tiempo perdido,
en el que vendrán a precipitarse sobre la existencia  de la especie antropomorfa
todas las hemorragias rescatadas al sida
que, como el  genuino DRÁCULA que soy, ingeriré en tu nombre.


Aún continúo poniendo fin a tu existencia
para poder revivirte una y otra vez
y conseguir  resucitar
tu ya descompuesta inexistencia mortal…
y poder así deleitarme para siempre
en esta perpetua feria de la putrefacción universal.


Los estigmas y trombos coagulados de todos los momos incorruptos
y todos los lunáticos del último milenio,
como en un milagro,
han reciclado hoy su impostada luz negra,
 en esa vieja recidiva de tu insolidaria sangre de tierra.





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