(Una cuestión vaginal)
“CÁSATE Y SE SUMISA”
¡Joder, menuda tía esta esclava ideológica
de lo que la iglesia desea para sus madres y hermanas –y lo que es más grave, sin
olvidar las hijas.
Menudas guarrerías intelectuales suelta por
esa delictiva boquita vip-erina de piñón. Esta desgraciada mujer –porque ser y
pensar como ella es una inefable desgracia- debería entrar directamente en
prisión a causa de los graves insultos y ofensas ideológicas a que somete en
pura apología del machismo más delictuoso con sus criterios y juicios contra la
dignidad femenina y al honor de todas las mujeres. Es asombroso que la iglesia
aliente esta miserable ideología en
plena época de los avances y enriquecimiento social que el feminismo ha traído
iluminando en buena medida la oscuridad inquisitorial a que nos ha sometido
desde siempre la santa Mafia; que como vuelve a reincidir el nuevo papa: “de chicas curas, nada de nada”.
¿Pero qué coño pasa con la cuestión del
coño –por cierto la puerta de entrada y salida de la casa de todos- para que
impida el sacerdocio a las mujeres? Porque imagino que la única y sustancial
diferencia entre sacerdotes y sacerdotisas no puede ser otra que la de la exclusiva
cuestión vaginal. Aunque como es obvio se trata ésta de una argumentación
fementida, porque como es de notorio dominio todos los humanos somos concebidos
biológicamente como criaturas de caracteres puramente femeninos, hasta el
momento mismo, eso sí, de la llegada del imponente sunami hormonal de testosteronas y androsteronas, hasta que a
partir del tal diluvio cada quién vendrá a precipitarse en su correspondiente y
azaroso determinismo biológico sexual: ¡los
niños con los niños…las niñas con las niñas! Así que ya sabéis, machitos ¡todos somos nenas!
Juan A. Cadenas
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