“DRAGO, EL ÚLTIMO VAMPIRO”
¡Coño,
aquí está de nuevo Drago, el Rojo,
zoqueteando con falacias de gran incentivo filosófico, como todos sus escritos
chinos y japos, y sus conferencias de carácter mágico oriental aderezadas con
finas yerbas de la herboristería de la esquina de abajo a fin conseguir durar cien años con su elixir de jubilado socorrido
a base de fusilar los escritos de los demás rodeándose de negros y pelotilleros, del
ying y del yang, que le nutren de Gargoris
y Jabibis, Gargantuas y Pantagrueles, y así pallá… pa que le escuche la señá
Esperanza y le siga manteniendo en su puesto que tiene allí, mientras prosigue
fornicando a gusto, como a él le gusta, hasta que de nuevo alcance a concebir un nuevo san
Agustito que en su día pueda acompañar al torero en sus lindas tonás de botellón.
¡Fíjate
que aún no he logrado recordar qué coño estuvo largando este inveterado contra
su propia estima y respeto intelectucual!
Hoy,
sí que ha lucido su brillante ceporrondez sobrenatural.
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